El pasado 2 de agosto, acompañamos a Pablo del Pozo, apicultor de Miel Bonella, a uno de sus colmenares ubicados precisamente en Bonella, la localidad que le da nombre a su empresa.
Pablo nos cuenta que empezó a adentrarse en el mundo de la apicultura en 2012, tras hacerse cargo de unas colmenas abandonadas. «Empecé en este mundo como hobbista, porque me llamaba la atención, y acabé haciendo de él un trabajo». Y es que el joven lleva toda la vida viviendo en la Reserva de la Biosfera de los Valles de Omaña y Luna (RBVOyL). Salvo alguna temporada en la que se ha tenido que ir fuera por trabajo, siempre ha residido en la localidad de Bonella. «Decidí quedarme porque soy de aquí, la zona me gusta y quería hacer algo por mantener vivo el territorio». De hecho, para él «a día de hoy la apicultura es prácticamente una de las únicas profesiones que puedes hacer rentables en el territorio», por lo que cree que es una buena forma de lograr que siga habiendo trabajo en una zona rural y gravemente despoblada como esta.
Pablo realiza anualmente un análisis palinológico por cada zona en la que tiene colmenas, de las que realiza una cata a finales de agosto o en septiembre. Destacan como presencia mayoritaria los mielatos de roble, que son los encargados de dar el color oscuro, casi negro, a la miel de bosque que produce. No obstante, también aparecen otras especies como «zarza, sauce y, a veces, brezo en pequeñas proporciones». De hecho, al igual que otros apicultores con los que ya nos hemos reunido para blogs anteriores, nos cuenta a modo anecdótico que algún año le ha aparecido polen de castaño en sus mieles, especie apenas representada en el municipio de Riello.
Esto tiene una explicación sencilla, y es que el castaño, además de polinizarse por medio de insectos polinizadores, también es anemófilo —o lo que es lo mismo, tiene la capacidad de usar el viento a su favor para la polinización—. De este modo, en la época de floración, produce cantidades ingentes de polen que circulan en suspensión a través del aire, y a veces pueden llegar a quedar adheridas al néctar de otras flores de zonas bastante alejadas del punto de origen (como la del municipio de Riello, en la que varios apicultores encuentran a veces presencia de polen de castaño en sus mieles, y sospechamos que en su mayoría pueda proceder del territorio de Valdesamario), y que posteriormente recogen las abejas para elaborar la miel.
Cuando le preguntamos sobre el potencial de la RBVOyL para el sector, remarca las mismas características que el resto de productores: «la ausencia de agricultura elimina el riesgo de contaminación con herbicidas u otros productos fitosanitarios». Pero es que, además, Pablo nos cuenta que «la ausencia de grandes explotaciones trashumantes también nos libra de problemas de enfermedades y altas tasas de infestación de varroa». Y es que, nos parece importante remarcar este hecho y hacérselo llegar a las autoridades competentes de otorgar los permisos a posibles trashumantes externos, para que sigan apostando por el desarrollo de las explotaciones autóctonas, sobre todo teniendo en cuenta la cantidad de productores residentes que se están embarcando en los últimos años en la profesionalización del sector de las comarcas.
Pablo también nos habla de algún que otro problema con «asentamientos grandes sin colmenas», que obligan al resto de productores a respetar un radio de pecoreo para ubicar colmenares de más de 25 colmenas, lo cual dificulta enormemente la actividad en algunas zonas. Esto último, a nuestro parecer, quizá podría tener fácil solución llevando a cabo un control más exhaustivo por parte de la administración y actualizando correctamente los censos de colmenas por asentamiento, para dar de baja aquellos que se encuentren en desuso por un periodo prolongado.
Respecto a las dificultades específicas del entorno de sus colmenas, Pablo nos cuenta que principalmente son climatológicas por el cambio climático, y coincide con otros productores en que «los años ya no vienen como antes, cada vez hay más sequía». En cuanto a la fauna, pese a haber sufrido algún que otro ataque por parte del oso —el último de ellos en mayo del año pasado—, no supone para él un problema grave, dado que «puede resultar relativamente fácil de controlar a través de la instalación de pastores eléctricos», que han de someterse a un adecuado mantenimiento periódico para mantener su eficacia.
«Hay que adecuar los manejos a los tiempos de floración principales; yo, por ejemplo, estímulo a través de la alimentación algunos colmenares aproximadamente un mes antes de la mielada principal, para llegar a esta con colonias fuertes, u organizo las particiones de colmenas en base a la disponibilidad del campo». Es por este motivo, que Pablo considera el proyecto «algo muy positivo para los nuevos apicultores que empiezan e incluso para ampliar el conocimiento de los que llevamos más tiempo, dándonos información sobre qué proporciones de miel y polen suelen aprovechar nuestras abejas de las especies que ya conocemos».
Somos Agua II cuenta con el apoyo de la Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) en el marco del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR), financiado por la Unión Europea – NextGenerationEU.