Por suerte, y como se deja constancia en este blog tras entrevistar a los apicultores y apicultoras que forman parte del proyecto de marca “Reserva de la Biosfera de los Valles de Omaña y Luna”, cada vez existen más mujeres que se embarcan de lleno en un proyecto en el mundo rural. Hoy, precisamente, nos reunimos con una de ellas, Leticia, que junto a su pareja Alberto, comenzó en 2018 a dedicarse a este sector de forma profesional. Como bien nos explica, «para una mujer, madre y autónoma que además trabaja en el campo, las posibilidades de conciliar se complican, y en ese sentido yo creo que las ayudas de la administración son fundamentales». Y nosotros estamos de acuerdo, pues no deja de ser una problemática de la que es necesario hablar y hacer consciente a todos los públicos.
«Habíamos empezado 3 años antes, en 2015, con 2 colmenas que adquirimos para autoconsumo y, tiempo después, llegó el flechazo cuando nos desplazamos a recoger un enjambre natural ubicado bajo el suelo de madera de una casa. Al levantar las tablas y ver aquella organización de los panales, comprender la estructura social de las colmenas, etcétera, cada vez me enganché más a este mundo hasta que decidí que
quería invertir mi tiempo en él para, de paso, pasar más tiempo con mi pareja, que también se dedica a ello».
Hoy, 4 años después de comenzar en esto de forma profesional, su explotación supera las 300 colmenas y «con intención de llegar a las 700 en algún momento». De hecho, tal es el esfuerzo que ponen Alberto y Leticia en su trabajo, que son de los pocos apicultores de nuestra zona que producen mieles monoflorales, dada la exigencia en tiempo, trabajo y conocimiento que requiere este tipo de manejo. «El año pasado, envasamos una miel monofloral que resultó ser la mejor miel de brezo de España, y también la miel de montaña de hace 2 años tiene una estrella en de los Great Taste. A mayores, también hacemos miel de bosque y otros productos como polen, tintura de propóleo y una presentación de miel en panal, en pequeñas unidades que nosotros denominamos “chicles de miel”, y cuya intención es acercar al consumidor la forma más pura y ancestral de consumir la miel».
Leticia nos cuenta que se siente afortunada de llevar parte de su explotación en la RBVOyL, al estar compuesta de «zonas que son representativas de ecosistemas valiosos, que tienen toda la potencialidad para hacer productos con todos los ítems de calidad ambiental que se requieren, por estar lejos de zonas de cultivos intensivos, plaguicidas y contaminantes. Al final, nuestros productos presentan una calidad que no tendríamos si no estuviésemos aquí». A todo ello, además, hay que sumarle la diversidad florística con la que contamos, que a veces nos da gratas sorpresas: «hace un año, sacamos una miel monofloral de Erica vagans que llamaba mucho la atención, porque resultó ser un brezo nada amargo y bastante agradable al gusto. También contamos con otros taxones significativos, como otros 2 brezos (E. australis y E. arborea), la escoba o retama, la zarzamora y otras especies acompañantes».
Por todo lo anterior, Leticia incide en la importancia de realizar análisis palinológicos de las mieles, pues «que tú veas una floración en el campo no indica que esté representada de forma significativa en la miel». Además, los análisis constituyen un punto fuerte a la hora de comercializar la miel con su etiquetado correspondiente: «yo detecto que los clientes entienden que la miel que producimos no tiene nada que ver con la que pueden comprar en el supermercado. A través del etiquetado, ellos conocen el origen geográfico mediante el sello de la RBVOyL, y las especies florales presentes». Al final, como bien comenta Leticia, «está en nuestra mano como productores poner en valor nuestros productos y la importancia de nuestro trabajo, y luego trasladarlo al cliente».
Lógicamente, no puede ser oro todo lo que reluce y, cuando le preguntamos a Leticia sobre las dificultades a las que se enfrenta el sector de la apicultura, nos habla de la sensibilidad de las abejas a las alteraciones climáticas: «el cambio climático en zonas de montaña cada vez es más acuciante y hace que haya que ir variando los manejos. Nos encontramos con cambios bruscos temperatura y de estación, sin un paso intermedio, lluvias y tormentas explosivas, heladas fuera de tiempo o periodos de sequía terribles como por ejemplo está pasando este año. El clima cada vez es menos estable y hace imposible anticiparse para planificar algunos manejos». Y es que al final, todos estos fenómenos hacen que las floraciones, aunque estén presentes, no sean productivas: «el estrés hídrico hace que los nectarios de las flores produzcan un néctar demasiado espeso para que las abejas lo recolecten, y también da problemas de polen con deficiencias nutricionales».
«Se requieren unas condiciones de temperatura y humedad que muchas veces desconocemos, porque a lo largo de diferentes campañas te vas encontrando casuísticas peculiares que no sabes explicar. Sin ir más lejos, este año hay bastante producción de mielato de roble, pero las abejas han dejado de recogerlo hace unas semanas. Todos estos factores deberían de ser investigados en profundidad para determinar las condiciones idóneas de producción y recolección. El apoyo institucional en cuanto a investigación es fundamental, porque todavía queda mucho por saber. Por ejemplo, un libro de especies aprovechables para las abejas de León, que es precisamente una de las provincias con mayor número de apicultores de España, y no existe ninguna bibliografía que consultar al respecto. Las floraciones cada vez se están adelantando más, se solapan entre sí y se hace necesario ampliar conocimientos al respecto para acondicionar los manejos a la climatología, que es cambiante y más en el contexto del cambio climático».
En cuanto al sector de la RBVOyL, Leticia nos propone «políticas comunes que aúnen los intereses de todos. Incluso organizar reuniones entre apicultores que nos permitan debatir y poner en común nuestras experiencias a título personal, para nutrirnos mutuamente».
Somos Agua II cuenta con el apoyo de la Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) en el marco del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR), financiado por la Unión Europea – NextGenerationEU.