El pasado lunes 1 de agosto, nos reunimos con Gloria Suárez, una de las últimas apicultoras de la Reserva de la Biosfera de los Valles de Omaña y Luna (RBVOyL) en incorporarse a esta actividad de forma profesional. Hablar con ella es, pues, una oportunidad de oro para conocer desde su perspectiva las dificultades que entraña el sector de las comarcas para los nuevos productores.
Visitamos uno de sus asentamientos ubicados en Salce, para ver de primera mano el maravilloso enclave que rodea a sus colmenas y su manera de trabajarlas, a la par que conversamos sobre lo que implica la profesión en nuestro entorno.
Hasta hace unos años, Gloria nos cuenta que nunca había abierto una colmena: «empecé en esto porque mi pareja tenía algunas colmenas como hobby y gracias a él me fui introduciendo en este mundo, me fui aficionando hasta que terminó siendo una actividad profesional». Tanto se aficionó que, en enero de 2021, se dio de alta como autónoma y comenzó a dedicarse a la apicultura de forma profesional, contando actualmente con una explotación de «alrededor de 230 o 240 colmenas».
«Decidí que, a la hora de montar un negocio, quería hacerlo cerca de mi lugar de origen, Salce, que por suerte está en la Reserva de la Biosfera de los Valles de Omaña y Luna». Y es que es una suerte ser de aquí, porque como dice Gloria, se trata de una zona «ubicada en un enclave único, rodeado de naturaleza y libre de contaminantes, pesticidas, actividades industriales intensivas y cualquier cosa que perjudique al medio y a las abejas».
Actualmente, está centrada en la producción de miel, de la que hace dos catas, «una a principios de agosto y otra en septiembre». No descarta, sin embargo, ampliar la gama de productos en un futuro, a medida que su explotación vaya aumentando: «la idea es comenzar a aprovechar el polen en primavera, la cera y los propóleos mediante la realización de tinturas».
Respecto a las mieles que produce, Gloria realiza análisis palinológicos de cada asentamiento, lo que le ha permitido saber que, en uno de ellos, la temporada pasada obtuvo miel monofloral de Calluna (considerada por muchos como una de las mejores mieles de la Península por su extraordinaria textura gelatinosa). En los otros dos, los resultados determinaron que se trataba de multiflorales de varias especies botánicas, entre las que destacaban Sedum, sauce y varias especies de brezo.
Cuando hablamos de la rentabilidad de la apicultura, por suerte, todos los apicultores de la RBVOyL compartimos que es de vital importancia tratar las colmenas debidamente contra la varroa, «que es un parásito que ataca y produce bastante mortandad en otoño-invierno». Pero además, nos es inevitable mentar la calidad de los productos que aquí hacemos: «lo que más influye en la calidad de nuestros productos apícolas es la flora que nos rodea. Tenemos gran variedad de flora melífera que da mieles de alta calidad, cargadas de sales minerales muy saludables». Es por ello que Gloria considera de vital importancia «conservar en buenas condiciones el medio natural, lo más sano y sostenible posible», pues se trata, indiscutiblemente, del factor distintivo que hace que nuestros productos destaquen frente al resto de los ofrecidos en el mercado. Gloria coincide con nosotros en que, para mantener un ecosistema saludable, es de vital importancia convivir con la fauna que en él habita, aunque ve preciso que las administraciones se comprometan más a la hora de pagar los daños del único depredador de colmenas con el que contamos en la RBVOyL: el oso pardo. La convivencia con el oso «es un pequeño hándicap, aunque yo personalmente no me puedo quejar porque, aunque he tenido ataques todos los años, me han hecho poco destrozo. Sí es cierto que los pagos se hacen muy tarde y a destiempo, por lo que, cuando hay grandes daños en un asentamiento, te puede arruinar la producción de toda la campaña».
Un tema importante a tener en cuenta y que hace que cada vez la producción sea más limitada, es que «últimamente vienen los veranos más secos y cálidos, lo que hace que las floraciones sean más cortas y las abejas deban dedicar más recursos a ventilar la colmena». Heladas tardías y precipitaciones escasas o a destiempo también pueden echar a perder la producción, pues, como apunta Gloria, «es importante que llueva en primavera, pero antes de que la flor esté abierta para que el agua no lave el néctar». Pero el éxito de la campaña no solo depende de los acontecimientos de los meses de actividad. Ya desde el invierno se comienza a atisbar si va a ser un buen año para la apicultura, al menos en la arrancada de primavera: «los inviernos, según mi corta experiencia, cuanto más fríos y largos, mejor». Esto es debido a que las abejas, como todo ser vivo, invierten más energía cuanto más activas están, por lo que en invierno conviene que
«se aletarguen antes y consuman menos miel», y de esta forma evitar tener que recurrir a la alimentación artificial si llegasen a consumir todo el almacén de miel de la colmena. La longevidad de las abejas también se ve alterada en estos casos, pues «si las abejas salen
continuamente, envejecen antes y las colmenas se despueblan mucho antes del inicio de las floraciones de primavera». Motivos de sobra, consideramos, para destacar el trabajo que hay detrás de un producto de calidad, teniendo en cuenta el proceso de cambio climático al que inevitablemente nos estamos viendo abocados.
Gloria nos cuenta que el etiquetado poco fiable constituye aún un punto a resolver en este sector, pues es difícil competir con los precios de otras mieles de baja calidad que ofrecen los supermercados, procedentes de países externos a la Unión Europea. Además, «hay mieles que se etiquetan como de origen español sin serlo, y tiran los precios de los que realmente producimos aquí, que sí son productos de calidad y sanitariamente fiables».
En lo que al proyecto que estamos llevando a cabo se refiere, Gloria nos traslada su apoyo: «nos va a servir a los apicultores de ayuda para conocer la flora que nos rodea, tener identificadas las floraciones con las que contamos de una forma mucho más fácil, y manejar las colmenas con más conocimiento»
Somos Agua II cuenta con el apoyo de la Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) en el marco del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR), financiado por la Unión Europea – NextGenerationEU.